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Mensaje por Admin Mar Ene 08, 2019 8:46 pm

Una rabia helada y desconocida lo arraso por completo. Vayne se vio incapaz de quedarse donde estaba , en cuanto la puerta se cerro volvio a abrirla ; paralizandose al instante con la pequeña escena que se estaba montando en el pasillo: Thomson tenia la nariz sobre el cuello de Owen al que habia empotrado contra la pared, sosteniendolo con fuerza del cuello y de un muslo, ¿Que carajo estaba pasando?. ¿ Y porque mierda sentia la necesidad de hacer algo?¡Apenas lo conocia, deberia mandarlo al carajo!.

Thomson fue el que termino en el carajo. La mano de Vayne se hundio con fuerza en su camisa , obligandolo a girarse. Sus puños se hundieron una y otra vez en el estomago, haciendo que Flash levantara los pies del suelo y se tambaleara como un borracho. Vayne le golpeo la cara hasta que sus rasgos fueron irreconocibles, pero lo mas terrorifico es que a Flash jamas se le borro la siniestra expresion en su rostro. Ni si quiera cuando cayo al suelo noqueado y salpicado de su propia sangre. John se habia salido de control, sus gruñidos de rabia se confundieron con los alaridos casi moribundos de Flash cuando se le fue encima otra vez y hubiese acabado por matarlo ahi mismo con sus propias manos pero un ligero olorcillo capto de rrepente toda su atencion. Sus fosas nasales se agrandan intentando aspirar de una sola vez el aroma , Vayne se levanta entrecierra los ojos mirando muy serio a Owen y chasquea la lengua. — Seras gilipollas...tu no deberias estar aqui..—gruño acercandose con cautela. Ahora lo entiende todo, su cosquilleo raro, la forma en la que reacciono, porque su 'humor' es tan cambiante con este mocoso cerca y porque....joder...porque huele tan condenadamente bien.— ¿Puedes levantarte? Tenemos que sacarte del pasillo o te van a pillar....

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Flash se acercó apenas estuvieron solos y sus intenciones fueron del todo menos buenas. El toque brusco, la cercanía, sus gruñidos. Él no había aparecido solamente para fastidiarlo o humillarlo, no, esta vez iba más allá. Y Payton honestamente temió lo peor por primera vez. Anteriormente ha estado en situaciones similares con él, escuchándole decir algo que ahora repite: siéntete orgulloso por servir a un alfa como yo. Pero siempre, a diferencia de ahí, tuvo la seguridad que alguien vendría. Un profesor, un policia, alguien. Sin embargo, ahora era demasiado distinto. Estaban solos, en un pasillo, ni respiraciones se escuchan y realmente rezó para que alguien aparecera en su rescate. Iba a morir ahí mismo.

Las hormonas se alborotan y las alertas de peligro emergen. Su pierna sube por la cadera de Thompson y la mano de éste acaba agarrándole con tanta firmeza que está seguro dejará marcas. Lloriquea en silencio y suelta ruidos lamentables, bien bajos, implorando para que no haga lo que tiene en mente. Lo empuja, apoyando sus manos sobre los hombros de éste, intentando quitárselo de encima sin esfuerzo. La respiración de Flash da de lleno contra su cuello, lugar donde lame y marca justo sobre la glándula de olor. Va a morderlo, será el final, estará enlazado con él y su lamento es más audible, temblando, demasiado. Los supresores que usa ya casi ni funcionan porque el olor a omega asustado es palpable en el aire. Cuando cierra los ojos y está completamente entregado a lo que vendrá, la ráfaga de aire llega. El teniente Krämer está ahí, golpéandole, sacándole a Flash de encima. Y debería ponerse, decir "no hagas eso, lo estás matando" pero le es imposible. Solo se desliza por la pared hasta caer sentado, con ojos acuosos y respiración agitada.

—T-Teniente... —quiere saltar sobre él y abrazarse, sentirse seguro. Pero en cambio, temblequeante, se levanta del piso y camina hasta el alfa, tirándole del brazo para llevarlo nuevamente a la habitación, cerrando detrás de sí y cuando la privacidad de la misma los rodea, finalmente se da la libertad de hacer lo que necesita: rodea su cuello con ambos brazos y se pega, hundiendo la cara contra su mandíbula, oliéndolo, implorando que lo haga sentir bien. Es lamentable que como omega necesite ese consuelo después de tanto susto y estrés; necesitar aquello que tanto repudia. Payton se estremece en su contra y deja salir todo: el lamento silencioso junto las lágrimas que se deslizan por las mejillas, mojando la piel del pecho desnudo del mayor.

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Necesitaba pensar. Joder, joder..¡Venga! Piensa. ¿Como carajo vas a sacarlo de ahi sin que nadie lo note.? Mierda ¿Que fue ese ruido? ¿perillas girando? ¿perros olfateando?. Vayne esta seguro de que podra con veinte de ellos antes de que lo derriben.— menos charla y mas mover el culo, muevete. — De pronto y sin previo aviso Owen se deshizo de la distancia entre los dos y lo abrazo. Parecia que lo unico que lo mantuvo de pie fue ese abrazo, porque el pobre mocoso estaba temblando. Tal vez por eso se entrego a el y no disimulo ni un poco el 'alivio' que sentia de tenerlo tan cerca. Porque si, necesitaba ese pequeño cuerpo entre sus brazos para estrecharlo, sostenerlo y protegerlo de todos y todo. — Shhh...ya fue....ya fue...no llores...—murmuro en voz baja , hundiendo su nariz en el cabello de Payton y alzandole del suelo para llevarlo a su cama donde lo arropo con la cobija que estaba en el suelo y se metio bajo las sabanas con el, sentandose a su lado. — Estas apestando todo el cuarto Payton...—le reprocho, ligeramente irritado , alzando su mano para acariciarle la mejilla . Limpiandole las lagrimas con los dedos — bueno, bueno
..ya...no eres una señorita..— deberia cerrar la puta boca, no tiene ni pajolera idea de lo que Owen esta pasando pero odia verlo asi, por alguna razon le revuelve el estomago y le eriza la piel. ¿Sera el olorcillo? — Payton...basta. Vamos, que estas bien...vas a estar bien aqui ¿me escuchas?..— ¡Y una mierda! No tiene ni idea de que hacer, ni como ayudar. Ya hasta empieza a marearse y el cosquilleo se esta haciendo incontrolable. Quiere...

Sus ojos se desvian momentaneamente al cuello de Payton , lo acaricia con la yema de los dedos ; siente como se le hace hagua la boca y se le acelera el pulso. —¡No!— jadeo alejandose lo mas rapido que pudo, saliendo de debajo de las cobijas y paseando como un tigre enjaulado por la habitacion. — No joder no., no...¡No!.¡ Esta mierda no puede...— en su frustracion se vuelve a mirar a Owen y frunce los labios enseñandole los colmillos. —¿¡Que putas pensabas haciendo que te recluten !?—

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La habitación se llena con el aroma claro de omega asustado, estresado y mucho más. Payton realmente agradece sus atenciones y el cobijo que le brinda el teniente, acurrucándose abiertamente en la cama y bajo de tantas mantas, disfrutando de la cercanía que le da. Y es que aquello es asombroso y bello; le gusta su calor, su olor, la sensación de su piel aunque hace rato estaba más que enojado con éste. Lo que causa la naturaleza cuando se alborota. Es lento pero lo logra, calmando el llano, dando hipos ligeros en un intento de neutralizar todo. Finalmente gimotea y suspira entrecortado, tomando asiento en ese "fuerte" que se creó tan espontaneamente.

—Lo siento, lo siento... —probablemente en otra situación podría haber actuado normalmente: hacer como si nada pasó y mantenerse firme. Pero ahora, con tanto sentimiento y supresor encima, todo se aloca. Su humor, sus hormonas, su todo. Es un manojo de emociones a punto de explotar y, ahí mismo, tuvo su pequeña fisura. Intenta ponerse al día, ser lo más estoico posible aunque tenga mejillas rojas y ojos hinchados, dejando en evidencia en lloriqueo de hace unos segundos.

—Lo siento, se supone que... que no, nadie debería saberlo, nadie... sólo Flash y... urgh, no le digas a nadie, me echarán si saben, por favor, no —¿dónde quedó el tipo que anteriormente lo había amenazado? Muy lejos ya, porque ahí está todo desprotegido y necesitado. Realmente ruega por más contención pero es suficientemente coherente para saber que no es momento ni lugar. Como puede se levanta y va directo a sus pertenencias, busca esa bolsita que en su momento ocultó y de ahí saca unas pastillas que ni mide, de la desesperación, tomando en seco antes de ir al baño por agua y poder tragar correctamente. Cuando regresa se nota como la manga limpia aquello restante que escapa por sus comisuras y hace lo imposible para ser neutral.

—Sólo él lo sabía... —menciona, bajo, bien bajo con cabeza gacha. Busca una ventana o algún lugar para airear el lugar, necesita eso por si llega alguien más—. Ayúdame a sacar el olor. Por favor, teniente.

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Ese aroma le trae loco. Aspiró hondo una, otra y otra vez hasta que practicamente floto hacia Payton, hipnotizado. Huele delicioso, se ve jodidamente delicioso.— Dame una buena razon para no sacar tu culo de mi peloton...que te quedes es una sentencia de muerte soldado...en mas de un sentido...—sisea , subiendo sus manos inconscientemente a la cintura de Owen, acariciandole los cabellos con la nariz y rozando su sien con sus labios. El hedorcillo es insoportable.

— ¿Sacarlo?...— Vayne arrugo la nariz, se despego de el y lo fulmino con la mirada. Sus pupilas se habian encogido, como la de los adictos a la heroina. — ¿Y arriesgarnos a que uno de los gilipollas alla afuera te huela? Ni lo sueñes Payton. Con ellos no tendras la misma suerte que conmigo...son animales..—vale, que el tampoco se estaba portando tan recatado. Solo hay que ver donde ha puesto las manos: en la citura de Owen apretujandosela. Pero dentro de todo aun tenia autocontrol, aun puede domar ese estupido instinto que hacia a este pobre diablo irresistible a sus ojos.

Vayne Kramer jamas habia estado tan cerca de un Omega. Los consideraba distracciones, perdida de tiempo y poner en juego el poco buen juicio que le queda. Si el ejercito quisiera que tuviera uno de eso s ya se lo habria dado. — ¿Tienes alguna puta idea de los problemas que vas a pasar aqui?—volvio a gruñir en un tono grueso y firme. Volvio a soltarlo, a pasarse las manos por la cara sobandosela y abofetearse repetidas veces las mejillas como si quisiera despertar de un mal sueño.

— Joder Payton...¿no podrias haberme calentado los huevos de otra forma?...me cago en ti...y todo el lio que estas por hacer con mis reclutas...— si Owen estaba aqui era por el, el se habia equivocado y ahora tiene que pagar el precio. ¡Si tan solo hubiese sabido que era tan alto! — Regla numero uno....— lo amenazo señalandolo con el dedo. Sintiendo asco por si mismo ; odia las reglas, bueno las odia siempre y cuando no sea por trabajo

— Nunca...repito...nunca te acerques con esa peste a mi...desde hoy tienes piojos..y no los quiero encina mio ¿vale?...— bueno, podria haber sido peor.— Regla dos...—levanto otro dedo. — cuando tengas tu....tu...¿Que se supone que era?....— ¡Bingo! Ahi esta. El todopoderoso ignorante Vayne ha tomado el timon. Porque bueno, podra ser un genio en combate pero ¿Omegas?. JA, es un cero a la izquierda.

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—Puedes decir que el olor vino de un omega que trajiste ¡O algo así! ¡Vamos, yo sé que la mayoría de los alfas son así! —asombrosamente no hay temor en su agarre y hasta tiene comodidad de que él le sujete las caderas, de la cercanía entre ambos aunque a otros ojos podría resultar peligrosa. Quizás eso se daba a su estado que, sin estar totalmente balanceado, cualquier roce es reconfortable.

—Sé lo que pasaré y lo que tendré que hacer. Ser omega es un grano en el culo pero no me limita a algo. Con este gobierno del asco sé que puedo hacer la diferencia y ayudar luego a quienes lo necesiten. No necesito una nana que ande recordándome lo que las leyes dicen injustamente —Owen da un respiro entrecortado, notoriamente agitado. Da unos pasos hacia atrás y se huele la ropa ¡Apesta a omega! ¡Debe deshacerse de ella! Y quizás es estupidez o inocencia, el hecho de desesperarse por no saber cómo diablos afrontar la cosa. Porque está a un paso de irse al diablo y ese es un hecho. Con rapidez desliza la camisa por encima de la cabeza y comienza a sacarse cualquier rastro de ropa, tirándola en un montículo que quemará sin duda alguna. Necesita una ducha, un baño, sí. Entonces, ya apenas usando ropa interior, dispone a marchar hasta que le escucha y queda en seco. ¿Piojos...?

Las cejas se elevan y escucha aquello. Suena como si hablase con un mono, honestamente—. ¿Estás diciéndome que porque soy omega vas a tratarme como un enfermo? —el carácter bravo lentamente regresa ahora que se está pudiendo calmar. Al menos su aroma cambió de miedo a irritación y ya está siendo más suave, desapareciendo poco a poco por las pastillas consumidas—. ¿Cuando tenga mi qué? ¿Mi celo? Si te refieres a eso, ni te preocupes, que los pasaré en otro sitio. Créeme que lo que menos quiero son unos burdos soldados detrás mío queriéndome comer o algo así —arruga la nariz y niega ¿por quién le toma? él, justamente un sujeto que anda queriéndole imponer cosas y reprender cuando usa una absurda tanga de elefante de lo mas patética.

Y sí, finalmente Payton ha regresado.

Toma la ropa y huye al baño, justo a tiempo cuando la puerta suena. Payton se detiene ahí, sabe que significa eso, le ha ocurrido con la tía May y ella ha tenido que enfrentarse a un sujeto que veía con claras intenciones.

—¡Ni se te ocurra abrir! —pero de todas formas lo hará ¿verdad?

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Ha escuchado historias terribles sobre los Omegas, los prejuicios, sobre el trato que ‘merecen’, sobre lo débiles que son, los ha visto sufrir como ganado en las guerras y siendo reclamados como trofeo al final de cada una de ellas. Muchos de los Alfas para los que sirvió así lo hicieron, usaron un Omega una vez y después lo desecharon como la basura que ellos decían que era. Es por eso o quizá porque no tiene idea de qué hacer que Vayne queda congelado mirándolo, no con gesto de desafío, sino de vergüenza. — Yo no…— bajó la voz en un gesto tímido y adorablemente infantil, como si hubiera sido sorprendido haciendo algo indebido. Por primera vez en años no sabe qué hacer, se siente como un niñito torpe y perdido. Encima su nariz esta que no lo deja en paz, le pica, le escuece, lo está volviendo loco pidiéndole a gritos enterrarse en el cuello de Owen otra vez. Pero no lo hace, Jhon se muerde a nariz, patea una lata en el suelo y se gira siguiendo la camisa de Payton , porque es lo único que está seguro de que puede perseguir sin armar más lío. La olfatea brevemente, se frota y la sostiene contra su pecho con delicadeza.

—Jamás he tenido Omegas tan cerca de mí…— confesó cuando volvió a la puerta del baño, sentándose muy cerca. — solo…los veía en las guerras, de lejos…no sé qué carajo pasa por sus cabezas o que cojones hacer si hay uno tan cerca…—bueno sí que sabía, su instinto se lo ordenaba a gritos. Pero Vayne era lo suficientemente fuerte y estaba excelentemente entrenado para no seguirlo. ¿Qué sería de un buen soldado Alfa en plena guerra si cediera a su calentura por irse detrás de un Omega en celo en tierra enemiga? Se los comerían vivos. — no digo que estén enfermos…que tú estés enfermo…es más por mí. No sé cómo voy a reaccionar….hasta donde puedo llegar…por eso no te quiero cerca de mí…si apestas así. —hizo una pausa y recargó la cabeza en la puerta. — He viso lo babosos e inútiles que se ponen mis hombres con muchos de ustedes, especialmente los nuevos o los más enfermos……—arrugó la nariz lleno de asco. Las tropas ya no son como antes.

— No soy tu nana…pero…no quiero que estos bastardos te hagan nada…—apretó la camisa con fuerza, casi con furia y pasaron por su mente las peores imágenes. Hablando de idiotas. ¿Qué mierda le importaba a él si a este mocoso lo trataban peor que pañuelo desechable? No había cabida para su mierda sensiblera en el ejército, y no. ¡No podía dejarse ablandar el corazón solo porque olía tremendamente delicioso! . ¿Sería este uno de esos temidos efectos de lo que siempre escuchó?. Mierda, ya lo estaba odiando. Esto esta mal. Y lo peor es que ha sido su culpa. Es su responsabilidad—Mis hombres no te comerán, no si yo estoy para detenerlos. —reafirmó, levantándose de la puerta. Llevándose la camiseta como bufanda. Tiene que alistarse, se hace tarde para empezar sus deberes. — Si vas a apestar todo el día Payton no te quiero en mis líneas hoy. — Subió la voz — Te quedas aquí a salvo. ¿Entendiste?. —lo último que necesita es una revolución hormonal allá afuera.

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—Podrías decir que huelo raro, no que apesto, suena muy feo —su irritación continua ahí dentro del baño en donde prende la ducha y se mete sin siquiera esperar a que el agua se caliente, si es que lo hace. Empieza a fregarse por todos lados para quitar rápido el aroma a omega que lo invade y, según él, lo logra. Su empeño se pone sobre todas las cosas en cada rincón, lavándose rápido y hasta por un instante pasa por alto el que Krämer esta hablándole por el otro lado de la puerta, al menos hasta que llegó la orden y su indignación flotó a la luz. Y es que ¿con qué derecho iba a eso? Frunció el ceño y aunque no se hubiese quitado del todo el jabón, salió de la ducha así tal cual estaba, abriendo la puerta de sopetón y encarándolo sin más.

—¡No me voy a quedar! ¡Si me quedo sería todavía más sospechoso! Además ya no huelo ¡Mira, no tengo olor a omega! —exclama y lleva su brazo, mismo que gotea hasta el rostro de él refregándoselo para que sienta. Huele a jabón y es porque bueno, todavía está lleno de eso. Quizás cuando se enjuague correctamente se vaya, o de verdad el olor a omega se ha ido, quien sabe.

Acercarse a él se ha vuelto algo peligroso, más ahora que se sabe qué es cada quien. Y lo que anteriormente no le hizo efecto, ahora sí: el olor a alfa que invade la habitación y se mezcla con el suyo. La cercanía también ayuda, arrugando la nariz, haciendo una mueca pequeña. ¿Qué significa eso? ¿Por qué ahora le parece bonito?

—Creo que... —la mirada se afila y sus ojos bajan del rostro ajeno a su pecho, inclinándose apenas para olfatear ¡Y es tan reconfortable! Quiere frotarse, que su aroma quede impregnado en su piel pero... ¡No, no! ¿Qué carajos le pasa?— ¿Por qué tienes mi remera en el cuello...?

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Un suave pitido anunció a todo el pelotón que la ceremonia de inauguración empezaría pronto y el teniente, Vayne Krämer de las fuerzas especiales echó un vistazo al viejo calendario en la gaveta de su habitación mientras se ajustaba la corbata que sehabia colocado debajo de su ‘bufanda’ nueva frente al espejo. Las pintas de vago, relajado e imprudente habían quedado atrás y ahora un hombre tenaz, frío e imponente le devolvía la mirada a Owen. Con aquel uniforme azul marino que él mismo había diseñado, Jhon parecía especialmente grandote. — ¡ Cierre la puta boca Payton , si no quiere que le arranque la lengua y se la de comer a todos en el almuerzo ! — De pronto, su boca se abrió enseñando unos poderosos colmillos blancos y su voz, extremadamente grave y agresiva, vibró en las paredes de la habitación. Si las miradas pudieran apuñalar, el pequeño Owen tendría por lo menos diez dagas enterradas en la piel.

—¡AL SUELO, DAME VEINTE GUSANO Y CUENTALAS EN VOZ ALTA ! — avanzó un paso con un aura que gritaba que le molería a golpes si osaba desafiar su autoridad. Vayne trató de disimular su sonrisa bonachona después de ajustarse su gorra, con visor que parece pesar al menos tres kilos. — ES PARA HOY. YA . YA .YA — no pudo más y soltó una fuerte risotada. ¡Que humor de mierda el suyo! Reírse después de casi matar del susto a un pobre novato— descanse, soldado. Era solo una prueba — canturreó volteándose hacia el espejo, guiñándole un ojo. — allá afuera empezará lo divertido…y si sales Payton…— Vayne torció el gesto, volviéndolo aterradoramente serio— mas te vale estar preparado para tener mi bota tan adentro de tu culo que sentirás tus pelotas en las garganta. —no parecía una amenaza, ni una promesa. Si no un hecho. Un terrible hecho que era casi seguro que el Teniente podía cumplir con una mano en su espalda.

— Aún hueles a señorita —chasqueó su lengua contra los dientes y se llevó las manos a la camisa que tiene en el cuello para devolvérsela, arrojándosela a la cara. Ya no huele a Omega, tiene todo el olor de Vayne impregnado en la tela. — así que hazle un favor a tu culo, a tu integridad y a toda la mierda que creías conocer …deja tu ridículo orgullo de nena fuerte e independiente aquí, no te va servir para una mierda. Allá afuera mis hombres se pasarán tu alma e integridad por lo cojones después de que te los hayan pasado por encima a ti…así que…por lo que más quiera póntela —escupió terminando de calzarse unas botas gigantescas de combate y se cruzó de brazos para esperarlo —¿Qué esperas? No tengo toda la tarde. —

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Cualquier intención de chillarle o gritar quedó en la nada absoluta cuando llegó su voz tan clara y fuerte, ordenándole, haciéndole entrar nuevamente en conflicto y retroceder todo eso que había avanzado en la actitud. La voz de Vayne es demasiado firme y él, como perro arrepentido, se cohibe en su sitio. ¿Debe hacerlo? Es una orden. Esta a nada de tirarse al piso para hacer lo demandado, deteniéndose poco después. Sigue sin hablar, únicamente observa al teniente hablar en todo momento. Agarra la camisa que le pertenece y huele sin disimulo, hundiendo la cara un instante para satisfacer su necesidad de sentir a un alfa cerca. Tiembla un poco, por sentirse vulnerable y a la vez el frío de estar mojado y desnudo.

—No huelo a señorita.. —responde bien bajo, casi haciendo un berrinche ligero antes de despegar la cara de la prenda y tirarla al piso. Ya se indignó de nuevo—. Lárgate, me quedaré aquí, ya no quiero salir... —además hasta su olor está amenazando nuevamente a salir, palpándose en el aire como una suave fragancia muy delicada y dulzona, característica de él—. Vete ya... —refunfuña, encaminándose de regreso al baño en donde se encierra y acaba de ducharse por una vez.

Tarda unos quince minutos hasta salir, esta vez con una toalla que le recubre el cuerpo, confiando que ya no estaría ahí. Tendría tiempo para sí mismo, caminando por la habitación. El malestar en el vientre ha nacido en el baño y hasta vomitó; se repriende por haberse tomado tantas pastillas sin medirse, pero es un daño que está hecho. Tiene calor pero ruega que no sea el celo que ha opacado por durante ya dos veces, que si llega a ser algo, sólo sea una anomalía calenturienta de momento y no más allá. Lo ruega. Al final acaba agarrando la camisa con olor alfa y acurrucándose con ella en la cama, poniéndosela al cabo de unos minutos y hundiendo como puede la nariz en el cuello de la misma. Se siente deliciosa y lo relaja, acurrucándose en el colchón mierdero que tiene por cama. Ojalá pueda estar así por lo que resta del día.

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Toda la jodida mañana se sintió tremendamente incómodo en un lugar en el que antes gozaba siendo el jodido verdugo y todo el maldito día no pudo deshacerse del horrendo nudo en el pecho. Y cuando regresó a su habitación casi había anochecido. Vayne se descalzó las botas. Colgó su chaqueta azul, se deshizo de la corbata y sigilosamente se metió bajo las sábanas tratando de no molestarlo, de no tocarlo, en el mismo colchón que Payton descansaba; arrastrado por ese sutil pero delicioso aroma que ahora volvía a inundar el cuarto. —Joder. ¿Dormiste todo el día?... — estuvo tentado de abrazarlo por la cintura, pero en su lugar, le tomó de un hombro lo obligó a girarse hasta tenerlo frente a frente.

— No puedo consentir a los flojos en esta tropa Payton…—le avisó, con una voz muy dulce y suave. — mañana tienes que presentarte a primera hora….¿me escuchas?... —recargó su frente contra la de él y a punta de su nariz tocó el tabique de Owen, acariciándole la piel. —Se siente muy mareado, mareado de anhelo sin él saberlo, ronco de necesidad, borracho de gusto y reconfortado hasta el alma de estar ahí. Lo observa durante un largo rato, tan silencioso que parece haberse detenido en su propia existencia, hipnotizado por la sensación que le ha invadido el pecho por volver a estar juntos. De pronto lo jala de la cintura para tenerlo más cerca, pegado a su cuerpo y esconde la cara en el hueco de su cuello con un gruñido satisfecho.—¿Vas a dejar de oler así pronto?...me estás ablandando —bufó como si fuera algo muy grave. — Y eso me preocupa…un Teniente no puede ser un hombre mansito…ni dócil…o considerado…imagina a todos los hombres que echaría a perder…—sería un desastre, pensó.

Vayne volvió a permanecer en silencio, meditabundo. Acurrucado contra el cuello de Owen. Muchas dudas lo invadían. La curiosidad lo atenazaba —¿Ustedes…llevan cuentas sobre sus celos?¿Cuándo te toca?... — Bien. Esa pregunta ha sido demasiado…¿invasiva?¿estúpida?¿rara?. De todo, quizá. Pero él apenas si lo ha notado. — si vas a quedarte aquí necesito saber….necesito estar preparado para cuando pases por ese periodo y convertir esta habitación en un refugio aprueba de imbéciles. Afuera, por mas lejos que te vayas, algún gilipollas te encontrará y a la ciudad como militar en entrenamiento no puedes irte Owen, está en tu cartilla. En el acuerdo que firmaste. No te dejaremos salir siendo un recluta nuevo. Debes cumplir sentencia de por lo menos un año…— e iba a ser un jodido lío ese año, se reprendió mentalmente. ¡¿Cómo lo dejaron pasar?!. Necesitaban reforzar las pruebas que hacían.

— ¿Qué cojones te hizo parar aquí? Con tu actitud de diva se te ve a leguas que odias toda mierda Payton, que te mangoneen, te manden o te impongan.¡¿Y aun así viniste aquí?! Tío pero tú tienes que estar mal de la cabeza, esto es el ejército. En este lugar las reglas y las jerarquías son mucho peores que en tu vida de civil, aquí o te sometes a la voluntad de tus superiores o te sometes a la voluntad de tus superiores. No hay otra opción.—

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El bufido de inconformidad se le escapa cuando un peso ajeno hace presión en el colchón y su cuerpo es movido libremente. En un inicio escapa un sonido ligero similar a un gruñido, acurrucándose cerca de ese calorcito, levantando un brazo para rodearle el cuello vagamente a éste y hundirle todavía más el rostro contra su cuello que expone todavía más, a su merced, que sienta el olorcillo dulzón que se le está escapando desde hace un tiempo de omega satisfecho. Está realmente feliz de sentir su voz, el aliento caliente golpear la piel sensible y blanca. El ronroneo que nace de la garganta es claro, conforme con aquello, sin escucharle del todo lo que dice pues, la realidad es una: está dormitando todavía y no esta completamente consciente de lo que hay a su alrededor. Una ventaja o un gran fallo; jamás estará seguro.

—Celos... meses... —apenas y responde vago antes de removerse. Lo apretuja contra sí, con sus brazos largos y piernas igualmente pues, apenas se movió la subió sobre el teniente y lo atrapó de ese modo. No podrá alejar ni escaparse. El ronroneo se acentua todavía más notorio y claro con gusto, subiendo su pierna de arriba a abajo por su costado, extasiado por aquella sensación rasposa de la piel sensible contra la tela de la prenda.

El ceño se frunce un poco y susurra un claro "cállate" antes de abrir finalmente los ojos sin enfocar, tanteándole con una mano la cara que alejó de su cuello por inercia y la manoseó sin delicadeza hasta encontrar lo que buscaba: su boca. En un inicio dejó la palma allí para mantenerlo callado pero, quien sabe porqué, acabó sorprendido por la suavidad de sus labios y quiso más. Su mano se reemplazó por los labios, en un beso lento y descuidado, donde una risilla boba se le escapó y quedó ahogada entre ambas bocas. Las mejillas de Payton se volvieron rojizas en un abrir y cerrar de ojos, dejado el beso de lado para moverse nuevamente, bajar y ser él quien hundiría de lleno el rostro contra el hueco de su cabeza y hombro, olfateándole abiertamente.

—Acaríciame... la espalda, anda... —le gruñó y hasta sacó sus dientecillos para frotar la punta de los mismos contra la piel expuesta del cuello. Una caricia fantasma, suave pero nítida; luego pasó su lengua por ahí como marca de pertenencia. Vayne quedaría apestando a omega. Vayne quedaría apestando a Payton.

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Su cuerpo se estremeció en una sinuosa bienvenida. El efecto fue inmediato y total: el intenso deseo que sintió borró cualquier otra cosa de su cabeza haciéndolo coger a Owen firmemente de las mejillas como si se le fuera la vida en ello. Sí, fue un beso intenso, impetuoso e inexplicablemente apasionado. Su lengua traspasó esos labios con violencia buscando la suya con salvaje y dolorosa desesperación, provocándolo para ir ascendiendo peldaños Una ola violenta de deseo e inquietud se atenazó sobre el pecho de Vayne estrujándole el corazón — ¿tu espalda? , mis huevos . Está muy arriba —las frase pareció supurarle de la boca en el mismo instante en el que le estrujó las nalgas, deseoso. Sus manos abarcaban la pequeña y suave superficie completa, y de vez en cuando, sin pena un dedo hurgaba desesperadamente entre ellas. La expresión relajada y dócil de Jhon se remplazó por una tensa, decidida y aterradora, un reflejo líquido del deseo más puro e irracional que lo había estado carcomiendo hasta ahora.

Hubo otro insólito pero breve silencio. Donde Vayne volvió a lanzarse sobre sus labios a exigirle otro beso brusco, febril, mordiendo su labio inferior suavemente cuando se convenció de que Owen no gritaría demasiado fuerte. Bajando sus labios por su cuello, cepillándole la piel con sus colmillos y de pronto, guiado por un súbito e inesperado arrebato Vayne se plegó alrededor de él como un paracaídas sin aire y en seguida hundió sus dientes en su cuello hasta las encías. Un chorrito de sangre se convirtió poco a poco en un charco que se filtraba hacia su boca pero no cedió, aplicando un poco de succión, chupando su piel hasta que la carne quedara completamente levantada, casi desgarrada. Luego, cuando se sintió medianamente contento, se dedicó a lamerle a herida incansable, recogiendo el riachuelo de sangre que intentaba ocultarse en el cuello de la camisa de Payton limpiándolo hasta no dejar rastro.

No hubo amor, ni paciencia, o una pizca consideración pero sí hubo una sensación de victoria inigualable, como nunca antes la había sentido. Una sensación que lo hizo sonreír sobre la piel de Owen y pellizcarlo despacio un poquito más debajo de la piel en su garganta, justo al lado de la enorme marca que le había hecho. Se escuchó el frufrú de la sábanas debajo de ellos y Vayne volvió a empezar otra caricia allá, donde la piel seguía estando fresca e intacta, y cuando hundió la nariz en su cuello, un olorcillo diferente le golpeó el rostro. Es lo mejor que ha olfateado en el mundo. . Respira profundamente una, dos, tres veces hasta que su conciencia vuelve lentamente hasta su cuerpo sacándolo al instante de trance donde se había metido. ¿Que ha hecho? ¿Qué carajo ha hecho?

.—¿Te piensas que esto es un juego? —jadeó sobre sus labios, el brillo de triunfo de sus ojos fue completamente reemplazado por uno de recelo al darse cuenta de lo comprometido que se estaba volviendo ese juego. Podía ser un ignorante con el tema de los Omegas, pero no era ningún idiota. — No me jodas Owen….—gruñó pero a pesar del enojo con el que se lo dijo Vayne volvió a tomar su boca sin perder un instante, apretándolo sobre el colchón disfrutando de la sensacion, era como si ese mocoso fuera lo más delicioso que había probado nunca, un sabor que había ansiado sin saberlo por años y al que no podía evitar ser adicto.

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Ese beso fue el descenso de cualquier moralidad y el nacimiento del deseo. Nunca supo que necesitaba tanto aquello hasta que llegó, devorador e implacable, con un dulzón y bestialidad sin igual. Creyó poder morir consumido por aquellos labios, por su ferocidad, por tanto que no llegaba a comprender. Los jadeos y pedidos de respiración murieron ahogados contra sus deliciosos labios y se le arrancó cualquier voluntad. El aroma que escapaba de Payton pasó rápidamente a volverse más picante, espeso, cargado de un placer inexplicable. En ahnelo de más y más poco tardó en aparecer, deteriorándolo poco a poco hasta quedar en la nada. Con rostro rojo, labios hinchados y ahora una pierna que se sube con mayor ímpetu sobre su cadera, dejando brecha libre a aquellas manos que manosean sin compasión la piel desnuda de las nalgas pues, desde el principio, jamás llevó prenda más allá de la camisa que tapa su torso.

El cuerpo enarderse y la emoción lo carcome junto una creciente excitación. Su lado omega grita que se abra para él, que le diga todo lo que desea, que él sea su alfa y jamás se separen por todo lo que conlleva la eternidad. Y sin embargo los pensamientos dan un alto abrupto cuando los colmillos aparecen y el dolor hace nacer un lloriqueo claro, donde sus ojos poco tardan en lagrimear y el sonidillo lamentable se le escapa de la boca junto un temblequeo de labios. Se muerde el inferior para no soltar más lamentos y traga despacio, muy pesado. Su herida duele, palpita y es cálida por la sangre que se desplaza. No quiere que lo toque, pero muy en el fondo adora ese picor intenso que le recorre junto la embriaguez que lo toma.

—A-Alfa... —escapa en un hilo de voz su llamado, dejando de lado aquello como el nombre o títulos. Él es un alfa y lo trata como tal. Mueve sus caderas para frotarse descaradamente contra el abdomen de éste todavía revestido. Es gracioso como a pesar de su sufrimiento momentaneo haya encontrado tan gracial aquella mordida y calentado de un modo inmenso. Lloriquea un poco más y ronronea en su boca, deslizando su lengua para frotarla e invitarle a ir más allá, separándose cuando el oxígeno se volvió necesario—. Mi alfa... —reitera. No sabe las razones y siquiera hay lógica pero su cerebro lo ha coronado como eso: su alfa. Con la mirada entrecerrada baja una mano que va del pecho hasta el estómago y desciente todavía más allá, pasando por el cinturón, ubicándose sobre los pantalones. La palma abarca la entrepierna de éste, ahí donde yace lo que ahora le interesa. Acaricia con mano abierta, apretando con los dedos sin vergüenza. Muesta más su cuello para que lo huela, sienta claramente su aroma tan exigente: él y él. Solamente él. Lo necesita tan mal.

La humedad entre los muslos comienza a hacerse presente. La excitación ya no es indiferente. Quiere que lo muerda, que lo marque todavía más; quiere ser simple y sencillamente suyo. La madre de sus cachorros, su omega, su todo. Probablemente en un estado más adecuado pondría un paro a todo ello pero ahí, con las emociones y sensaciones a flor de piel, es complicado. También es muy factible que todo aquello ocurra por sus descuidos con las pastillas, por los calores acumulados, por muchos factores que en ese momento no se detendrá a analizar. Pero, es un hecho, que todo lo ocurrido de ahí en adelante será culpa suya.

—Vayne... —ronronea su nombre con voz aterciopelada, con un sonido mayúsculo de aprobación y gozo por algo tan simple como llamarle de ese modo—. Más... —pide relamiéndose los labios. Más besos, más todo. Descarado deja de tocarle la entrepierna para buscar una de las manos de alfa, guiarla hasta la humedad que ahora se desliza por una de sus nalgas y cae al colchón. Le invita a seguir la línea que ha dejado su mancha por la piel, colándose entre ambas nalgas hasta acabar contra su entrada. Y ahí es cuando le lloriquea más, silencioso, soltándole para que haga lo suyo mientras él por su parte se avalanza más sobre su cuerpo y busca su boca para nutrirse de sus besos.

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